Capítulo 1.

Nussbaum, M. (2008). Paisajes del Pensamiento. La inteligencia de las emociones. Barcelona: Paidós.

Resumen

Toda obra filosófica es sustancialmente lenguaje. Lenguaje que deriva necesariamente en comunicación y, consecuentemente, con obligada presencia de un interlocutor. Esta imprescindible presencia convierte el monólogo de la palabra en diálogo que, como diría Emilio Lledó (1974), “reposa en el silencio de la página”. Argumentar es una acción lingüística que consiste en dar razones a favor o en contra de algo o de alguien. Demostrar algo está ligado de forma inherente a la existencia de desacuerdos. De esta manera, Nussbaum introduce en sus argumentos la figura de un contrario, de un “adversario”, la perspectiva según la cual las emociones son “movimientos irracionales”.

La argumentación y razonamiento que realiza la autora transitan por las relaciones deductivas entre enunciados y explicaciones desplegados desde los autores clásicos a la actualidad donde las creencias epistémicas constructivistas tienen un peso específico fundamentado y donde se plantea como evaluación desde la narrativa organizada a partir el pensamiento, la intencionalidad y la creencia. La concepción de las emociones es tomada como elementos esenciales de la inteligencia humana que nos proporciona razones poderosas para fomentar las condiciones de juicios en los que la mente se proyecta a un mundo exterior de objetos.

Perspectivas de la argumentación: lógica, dialéctica, retórica

Para Nussbaum (2008), diversos fenómenos de nuestra vida emocional se explican correctamente mediante una perspectiva cuyos antecedentes son las ideas de los estoicos de la Grecia antigua. Este planteamiento sostiene que las emociones son evaluaciones o juicios de valor, los cuales atribuyen a las cosas y a las personas que están fuera del control de esa persona una gran importancia para el florecimiento de esta. La idea de valoración cognitiva o evaluación, la idea de los propios objetivos y proyectos importantes, así como la idea de la relevancia de los objetos externos como elementos en el esquema de los propios objetivos, son lo característico de las emociones que, a su vez se combinan con la información acerca de los sucesos del mundo (Nussbaum, 2008).

Se pretende entonces con el acto de argumentar relacionar de forma efectiva las premisas y la conclusión. En ese sentido la pragmática de los actos de habla tiene que ver tanto con la interacción entre sistemas agentes racionales como modelos basados en creencias e intenciones, ya que la teoría de la argumentación debe ser entendida como el estudio e investigación de los conceptos, modelos y criterios que se relacionan con la identificación, construcción y evaluación de los argumentos (Vega-Reñón, 2017).

Siguiendo a Vega-Reñón (2017), encontramos dos orientaciones básicas, la lingüística y la discursiva. Una tiene en cuenta el interés descriptivo de la semántica y la otra tiene que ver con los aspectos de construcción crítica y análisis del discurso. Esta última se refiere al análisis y evaluación de la argumentación como forma de comparación de saberes donde los contenidos proposicionales son premisas que se emiten en el discurso como actos asertivos aceptados (Vega-Reñón, 2017).

Para Lledó (1974) el monólogo se hace diálogo ya que tanto el autor como el lector están instalados en un mundo común de significaciones. El razonamiento de lo que se piensa se hace ecuánime en la lógica de lo que se dice. El pensamiento, por tanto, no puede transitar efectivamente si no es por las palabras, sus combinaciones y relaciones, que humanizan la realidad de lo que se piensa (Lledó, 1974).

Estructura del argumento. La perspectiva retórica

El mejor estado de la teoría de la argumentación procede necesariamente de la mejor identificación y construcción de argumentos, así como de corresponder de la mejor manera lo implícito y explicito (Vega-Reñón, 2017).

Marta Nussbaum (2008), en este sentido, comienza su texto explicitando a las emociones como objeto argumental que “comportan juicios relativos a cosas importantes, evaluaciones en las que, atribuyendo a un objeto externo relevancia de nuestro bienestar, reconocemos nuestra naturaleza necesitada e incompleta frente a posiciones del mundo que no controlamos plenamente” (Nussbaum, 2008, p. 41).

Nussbaum (2008) toma de los estoicos el planteamiento de emociones como juicios de valor que se atribuyen a las cosas y a las personas que están fuera del control del sujeto emocionado. Las emociones contienen juicios qué pueden ser tanto verdaderos como falsos y pautas buenas o malas para las elecciones éticas. (Nussbaum, 2008).

“A la luz de las características precedentes, podría parecer muy extraño sugerir que las emociones son formas de juicio. No obstante, algo cercano a esa tesis es la que defenderé” (Nussbaum, 2008, p. 44).

Nussbaum (2008) argumenta que las emociones siempre suponen la combinación del pensamiento sobre un objeto y el pensamiento sobre la relevancia de dicho objeto. Conceptualiza y defiende dicha aseveración con el término “cognitivo-evaluadora”:

“Mi planteamiento no toma partido en cuanto a la naturaleza del valor, sino que pretende mostrar la naturaleza evaluadora de nuestras valoraciones desde el punto de vista interno de la persona que experimenta la emoción” (Nussbaum, 2008, p. 44).

Para Nussbaum (2008) toda concepción cognitivo-evaluadora tiene que ofrecer una explicación sobre la difícil cuestión de existencia o no de otros elementos implicados en la emoción cómo son los sentimientos, los movimientos corporales o las percepciones que no se agotan en el contenido proposicional de la emoción. En consecuencia, las emociones son formas de juicio. Formas de juicio valorativo. Las emociones son efectivamente un reconocimiento de nuestras necesidades y de nuestra falta de autosuficiencia. Las emociones comportan juicios relativos a cosas importantes. Juicio como dinámico y no como estático, donde las emociones tratan de adecuarse al mundo tanto para asimilar los eventos que realmente tienen lugar como para alcanzar una visión apropiada de lo que importa o tiene valor. Transformamos el mundo y la emoción (Nussbaum, 2008).

Se basa, por tanto, en los recursos y estrategias de inducir a creencia concreta y a acción desde procesos suasorios y disuasorios interpersonales. Procesos de comunicación e influjo interpersonal desde el paradigma del discurso persuasivo utilizando recursos y estrategias eficaces para inducir creencias y otras disposiciones. Dichas relaciones interpersonales de comunicación e inducción son las que proporcionan calidad del discurso argumentativo, donde el discurso suasorio debe observar las directrices necesarias de cooperación en la admitida comunicación efectiva (Vega-Reñón, 2017).

Siguiendo a Vega-Reñón (2017), se distinguen tres fuentes de recursos y medios de la actuación suasoria: el logos o tema y medios tratados; el ethos como disposición y talante del agente discursivo; y el pathos o actitud y predisposición afín del receptor. Por lo que se puede concluir que la argumentación retorica es eficaz cuando se dispone eficientemente a sus propósitos, es una intervención oportuna; trata cuestiones de valor, interés y tiene calidad argumentativa; y disposiciones activas y receptivas sobre el discurso; así como ser un discurso realizado desde una posición de autoridad profesional aceptada y valorada por el receptor. Los enfoques, lógico, dialectico y retorico no constituyen compartimentos estancos sino complementariedad sobre el campo de la argumentación para mejor comprensión en su conjunto (Vega-Reñón, 2017).