Redes sociales y comunidades virtuales de aprendizaje

Los escenarios mediados y expandidos por las tecnologías como la experiencia de Edul@b UOC, son equivalencias de los denominados Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA). En este sentido, las redes sociales en internet se han convertido en una de las formas de comunicación más usadas por los adolescentes y, siendo cierto que su uso inadecuado puede producir adicción y daños psicológicos y socio relacionales importantes, utilizados adecuadamente son una herramienta de gran valor en su quehacer cotidiano en el ámbito educativo. El aprovechamiento adecuado y vehiculado por profesores y tutores posibilita una manera novedosa y agradable de aprendizaje, a la vez que desarrolla trabajo colaborativo y de cooperación originando un ambiente de participación y creatividad que implica necesariamente un crecimiento personal y profesional, convirtiendo dicha interacción en nuevas oportunidades académicas y socioculturales (Muñoz, Fragueiro y Ayuso, 2013).

El buen uso de las redes sociales en el ámbito académico, es decir, facilitar un EVA de calidad, puede generar una educación más práctica y atractiva para unos alumnos que tienen en sus vidas incorporadas dicho uso como algo normalizado y cotidiano. Comunicarse, compartir opiniones y emociones desde una red social es para los adolescentes una estructura relacional adecuada y seductora que debe ser del todo aprovechada por la organización educativa de forma sistematizada.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación generan un espacio social de interrelación humana muy adecuado por la posibilidad de crear nuevos procesos de aprendizaje-enseñanza haciendo del alumno un sujeto activo de dicho aprendizaje y exigiendo una adaptación de las instituciones educativas al necesitar aplicar nuevos métodos educativos. Es lo que se ha denominado el Tercer Entorno (Echevarría, 2000).

La buena utilización de las redes sociales en el ámbito académico propicia que el alumno se implique de manera más dinámica al proceso de aprendizaje y comparta sus ideas, intercambio de información y de materiales didácticos. Todo ello de una forma bidireccional y de uso universal. Con metodologías innovadoras los alumnos se implican en descubrir, investigar e interesarse por temas generales del currículo académico y por temas de la actualidad de una forma que en la metodología tradicional supone más tiempo y energía. Se comparte conocimiento a la vez que experiencias (Muñoz, Fragueiro y Ayuso, 2013).

No obstante, es cierto que la precariedad de recursos, la falta de conocimientos y la no adaptación de las estructuras escolares, pueden dar al traste con esta forma de establecer la dinámica didáctica. Por ello se debe concienciar el modo de “saber vivir” en el mundo de las redes sociales, de aprender con ellas utilizándolas para sacar el máximo partido sin perder el control por el riesgo que tiene un entorno tan atractivo como adictivo: compras compulsivas, tiempo de juego exagerado y uso desmedido de conexión pueden generar falta de sueño, descuido de otras actividades, aislamiento social y euforia desmedida delante de las pantallas de ordenador o móviles.

Diversos estudios (Hernández, Maldonado y Prada, 2020; Guardia, 2020; González-Andrío, Bernal, y Palomero, 2020; Bazán et alt., 2020; Muñoz, Fragueiro y Ayuso, 2013) concluyen que el uso de las redes sociales y la utilización de herramientas innovadoras digitales, no solo mejoran el proceso educativo, sino que también mejoran las expectativas de profesores y alumnos. Las redes sociales son un potente medio de interacción que fortalecen las interacciones de todos los miembros de la institución educativa: búsqueda de información, entretenimiento y aprendizaje propiamente dicho. De hecho, las redes sociales suponen un nuevo espacio en las relaciones de alumnos con sus docentes y otros actores educativos que superan a los medios tradicionales en inmediatez, eficacia e incluso en transmisión de emociones y cuestiones personales que de otra forma no se compartirían.

Estas investigaciones educativas relacionadas con las redes sociales (Hernández, Maldonado y Prada, 2020; Guardia, 2020; González-Andrío, Bernal, y Palomero, 2020; Bazán et alt., 2020; Muñoz, Fragueiro y Ayuso, 2013) demuestran que se propician mejoras significativas en la práctica pedagógica general al aplicar procesos pedagógicos novedosos y atractivos.

Las redes sociales se han adaptado y evolucionado de tal manera que se han convertido en indispensables en el quehacer académico por su facilitación en la interacción de todos los agentes de la comunidad educativa (Hernández, Maldonado y Prada, 2020). Para Guardia Crespo (2020), desde el punto de vista práctico, la ausencia de conexión a través de las redes sociales en período de pandemia y confinamiento habría perjudicado la posibilidad de hacer las actividades escolares y la interacción cotidiana con la institución educativa.

Es por ello por lo que la utilización de los dispositivos móviles como herramienta de aprendizaje constituye un potencial para los estudiantes impulsando su motivación y satisfacción al relacionarse con compañeros y profesores más fácilmente y propiciando en ellos un desarrollo del pensamiento crítico y de reflexión de problemas tanto personales cotidianos como generales de la vida (Calderón, y Sánchez-Escobedo, 2021). Más del 70% de estudios revisados por Calderón y Sánchez-Escobedo (2021), presentan un impacto positivo de dichos dispositivos con el aprendizaje donde se concluye un mayor rendimiento académico y una mayor autonomía en los alumnos para su aprendizaje, algo que posteriormente les beneficiará en estudios universitarios. Bien es cierto que dependiendo del tiempo de conexión y autocontrol que se tenga de dichos dispositivos pueden ser generadores de cierto impacto negativo en las relaciones personales y en su vinculación con el ámbito académico, pudiendo llegar incluso al fracaso escolar por una mala utilización de la tecnología (Carbonell et al., 2012).

Con todo, el aprendizaje en formato virtual llegó para quedarse y ahora la atención debe ponerse en el compromiso, eficacia y potenciación de una práctica reflexiva tanto del profesorado, de alumnos, de los directivos de instituciones educativas tanto públicas como privadas, así como de las autoridades autonómicas y nacionales de las que dependen las políticas educativas.

La transformación del sistema educativo debe, por tanto, derivarse en cuestiones urgentes relacionadas con la enseñanza virtual, con mayor formación al profesorado y al alumnado en competencias digitales, con mayor aporte de tecnología en todas las instituciones educativas y con la necesidad de cambio funcional del currículo académico donde quede ajustada la nueva forma de interrelación de sujetos con contenidos en un contexto apropiado de humanización digital (Cabero y Valencia, 2021).

En el ámbito académico se asume como parte metodológica y de objetivos estratégicos el pensar el futuro en cuanto procesamiento educativo reflexionando desde la influencia de las diferentes tecnologías. Se trata de reconstruir el futuro de la educación a través del construccionismo, del interaccionismo y el conexionismo que procuren el conocimiento vinculado entre la mente y la tecnología. Por ello, una visión filosófica del currículo es la de reestructurar las identidades de los estudiantes para que sean más activas y conectivas donde el conocimiento tiene un sentido de temporalidad existencialista en tanto que se selecciona el pasado para traerlo al presente y desde aquí ser proyectado al futuro (Loveless y Willimson, 2017).